La gestión responsable del horario usando la agenda escolar.
La agenda escolar es, antes que nada, una herramienta para la organización del tiempo. Su uso para la gestión de un horario semanal es de crucial importancia, porque educa a los niños y adolescentes en una de las habilidades que van a ser más valoradas en su futuro profesional: la administración del tiempo.
El tiempo es uno de los grandes misterios de la naturaleza. Newton creía que era una constante universal. Einstein demostró que era relativo y estaba vinculado a la materia y el movimiento. Y, psicológicamente, todos sabemos que la percepción del tiempo es subjetiva y puede estar afectada por nuestros estados emocionales.
Pero, aunque no sepamos todavía exactamente qué es, aprender a gestionar del tiempo es de enorme importancia para los estudiantes. Nuestra agenda escolar tiene secciones especialmente orientadas a la disposición de un horario semanal. A continuación, vamos a ofrecer algunas recomendaciones para que se haga el mejor uso educativo del horario.
Utilizar la semana como unidad vital.
Todos sabemos que el día tiene 24 horas. Y que una semana son 7 días. Pero muy pocas personas cuentan con que la semana son 168 horas. Los mejores sistemas de administración del tiempo proponen la semana como unidad básica. Es lo suficientemente pequeña como para ser comprendida y controlada, pero lo suficientemente amplia como para dar cabida a todos los aspectos que consideramos importantes en nuestra vida.
Poner encima de la mesa las cosas importantes.
Antes de empezar a organizar el horario con el estudiante, debemos preguntarle y reflexionar sobre qué cosas quiere que estén presentes en su vida. Algunas estarán ya definidas, como el horario escolar y las actividades extraescolares. Pero habrá otras sobre las que se tenga más control y libertad. Es importante que no quede fuera nada que sea verdaderamente importante: juegos, deporte, amigos, familia, aficiones, etc…
Establecer una jerarquía en función de los valores personales.
Poner un orden de importancia a esas cosas que se quieren hacer durante la semana puede ser una ocasión estupenda para conocer mejor a nuestros alumnos e hijos. Puede que haya algo que nos sorprenda, pero es importante contar con ello para que el horario llegue a ser efectivo en un futuro. Lo más importante en este momento es que comprendan que van a poder tener tiempo para todo lo que quieren si se organizan bien.
Dibujar las principales fronteras del horario.
Si tenemos delante las 168 horas, podremos empezar a trazar las fronteras que estarán establecidas por las necesidades personales ineludibles, como el descanso y la alimentación, y aquellas que corresponden a los compromisos sociales, como el horario escolar y de las actividades extraescolares. Igualmente, deberemos contar con los tiempos de desplazamiento que están asociados a estas actividades.
Contar el tiempo libre y repartirlo antes de elegir horarios.
Una vez sabemos qué espacios de la semana están comprometidos sin posibilidad de elegir, contaremos las horas que quedan disponibles y haremos un reparto entre las cosas que queremos hacer según la jerarquía que hemos establecido. Así sabremos cuántas horas semanales se les van a dedicar a jugar, estudiar y salir con los amigos antes de ubicarlas en una parte concreta del horario.
Repartir las horas libre y responsablemente.
En este momento, es crucial que el estudiante tenga capacidad de tomar decisiones. Con todos los pasos previos, nos habremos asegurado de que no haya quedado nada importante sin incluir y tenemos su compromiso de que lo va a hacer en algún momento de la semana. Pero lo ideal es que tenga la capacidad de elegir en qué momento lo va a hacer. Eso le dará mayor sensación de libertad y le educará en la responsabilidad de cumplir sus propios compromisos.
Comprobar que el horario es ecológico con el resto de la familia.
Lo ideal sería que la realización del horario sea una actividad familiar, realizada en conjunto. Pero si no puede ser así, a continuación habrá que comprobar si el horario creado es compatible con las necesidades y compromisos del resto de los familiares que convivan con el estudiante. De esta forma, se podrán prever futuros problemas y, lo más importante, se hará que todos conozcan y respeten el horario elegido por el estudiante.
Respetar el horario y no pervertir su uso.
Una rutina estable es un factor fundamental para la salud física y mental de niños y adolescentes. El horario debe ser flexible ante las situaciones excepcionales, pero no debe utilizarse como instrumento de recompensa o castigo. Cambiar el horario para castigar al estudiante implica un menosprecio del horario que será contraproducente. Se pueden retirar privilegios como el acceso a internet o a los videojuegos sin quitar el tiempo de esparcimiento del horario, que podrá ser dedicado a otras actividades.
Orientar el horario a las acciones y resultados.
Siempre que se pueda, se deben utilizar definiciones precisas del uso que se va a hacer del tiempo. Lo importante es lo que se hace con el tiempo, no el lugar en el que se está. Todos sabemos que no es lo mismo estudiar de forma activa que estar sentado frente a los libros. Por ello, debemos orientar el uso del tiempo a las acciones concretas y los resultados que se pueden obtener de estas acciones.
Definir bien los límites a los ladrones de tiempo.
Hay actividades que por sus propias características se convierten en agujeros negros de tiempo. La televisión, internet y los videojuegos son claros ejemplos. Si el estudiante quiere tener tiempo para estas actividades es muy importante que las coloquemos en el horario de forma estratégica, antes de actividades que impliquen un desplazamiento o un compromiso fuerte, como sentarse a comer o salir a hacer deporte. Es mejor ponérselo fácil que poner a prueba su capacidad de autocontrol.
Usar la agenda escolar como registro flexible.
Como las prioridades o actividades pueden cambiar a lo largo del año, es importante que el horario sea escrito a lápiz en la sección que nuestra agenda escolar tiene para ello. La agenda podrá ser vista tanto por familiares como profesores y es una forma de que otras personas conozcan el horario del estudiante. Así mismo, es una herramienta de uso diario y podrá ser consultada con facilidad hasta que se haya aprendido e interiorizado la rutina semanal.
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